Para Innovar… hay que Estar Presente
- Patricio Espejo
- 29 ago 2018
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 10 oct 2018

Todos generamos ideas, pero no todas las ideas son innovadoras ni satisfacen determinado propósito. Conozca un camino para que sus ideas añadan real innovación.
En una publicación pasada manifesté mi intención de tratar el tema de la innovación en mi próximo artículo. Mucho se está escribiendo acerca de ella y creo que muchos de estos aportes están contribuyendo a comprender el qué, por qué, para qué y cómo innovar.
He tardado algún tiempo en encontrar una perspectiva que añada algo nuevo al respecto. Espero haberlo logrado… y aquí voy.
La siguiente imagen, muestra el camino generativo que hoy me hace sentido para generar innovación en las organizaciones:

El modelo tiene como fundamento, las siguientes proposiciones básicas:
Creo que la innovación nace del individuo, por lo tanto, es desde ahí que debemos impulsarla.
Como individuos, en cualquier momento, siempre nos encontramos haciendo algo en el Presente mientras observamos lo que nos pasa, a través de la interpretación de realidad que tenemos del Pasado y las percepciones que nos llegan de lo que es posible en lo que llamamos Futuro[1].
La innovación debe añadir valor, por lo tanto, necesita nacer con un propósito claramente definido.
En esta dinámica natural y continua en que vivimos, y que sólo se detiene con nuestra muerte, surgen las ideas. Todo el mundo genera ideas, muchas ideas, pero no todas se materializan, ni son innovadoras, ni están organizadas para alcanzar algún propósito.
Si queremos innovar con nuestras ideas, necesitamos de un proceso personal que nos permita alcanzar la “presencia plena” (mindfulness), un término tomado del budismo que hoy se aplica a una condición en la cual, a mi entender, el individuo logra estar armónicamente presente en tiempo y espacio, con una mente abierta, un corazón abierto y una voluntad abierta, condiciones indispensables para entrar en un espacio de real creatividad[2].
Para alcanzar la presencia plena y poder así generar ideas innovadoras poderosas y viables, creo que es necesario que desarrollemos habilidades emergentes (del tipo soft) para mejorar nuestra capacidad de:
Observar, desde la realidad que nos hemos construido, cuestionando nuestros juicios y creencias maestras.
Realizar una Reflexión que nos permita comprender profundamente el fenómeno observado.
Conectar las unidades de información que ya tenemos incorporadas, para identificar mejor los mecanismos generativos del fenómeno que observamos.
Soltar lo que ya no nos sirve, cuando sea necesario.
A través de estas acciones, es posible llegar al estado de presencia plena, en donde se hace posible Percibir (presensing) una visión disruptiva y particular de futuro, que pueda ser capaz de generar resultados extraordinarios[3].
A partir de esa visión de futuro concebida, podemos decidir:
Adoptar o no lo nuevo, total o parcialmente y apostar por ello.
Generar Experiencias que nos permitan pasar de lo conceptual a la práctica, pudiendo así validar que lo nuevo adoptado funciona.
Con suficientes experiencias exitosas, surge la energía necesaria para pasar a crear o co-crear, si en algún momento dejamos la solitud y articulamos un equipo de trabajo.
Todas estas acciones no son secuenciales, sino sistémicas.
A continuación, las Ideas poderosas pueden ser llevadas a esa suerte de embudo mostrado en la imagen, en donde las ideas se potencian y organizan hasta constituirse en la semilla de Iniciativas de innovación, que una vez organizadas y aprobadas se conviertan en los Proyectos encargados de implantar los productos o artefactos que le darán materialidad a la innovación, y de cuyo operar, se producirán los resultados y beneficios que en definitiva va a satisfacer, en alguna medida, el Propósito inicialmente definido. A mayor cantidad de ideas de calidad a la entrada del embudo, mayor posibilidad de generar innovación.
Otra cosa importante de resaltar aquí es que cuando la innovación se le da estructura de proceso, sus resultados son medibles, por lo tanto, se la puede gobernar y gestionar.
Para ilustrar esta perspectiva con un ejemplo...

En 1817, el barón alemán Karl Drais inventó la “draisiana” o “máquina andante” (laufmaschine en alemán), un vehículo de dos ruedas en línea impulsado por su conductor, que fue la precursora de lo que hoy comúnmente llamamos bicicleta, la cual a su vez fue la precursora de la motocicleta.
Si bien no podemos saber hoy en día lo que pasaba por la mente de Karl en esos días, sólo para fines de ilustrar el modelo descrito, puedo imaginar una narrativa como lo siguiente:
Karl gustaba de inventar, por ello vivía en una constante reflexión de lo que hacía falta, en este caso, identificó la necesidad de transportarse de manera económica, más rápida y a más distancia, con el menor esfuerzo.
Con ese requerimiento en mente, es muy probable que comenzó a conectar las unidades de información que poseía acerca de cosas tales como: las leyes físicas, propiedades de los materiales, biología y ergonomía humana, el desempeño de ciertas estructuras, tipos de ruedas y reseñas históricas acerca de artefactos de dos ruedas unidos por una barra, (ya había evidencia por ese entonces de algo como esto desarrollado en el antiguo Egipto), etc.
Es también muy posible que conociera de la máquina de vapor y sus posibilidades, pero fue algo que decidió soltar, probablemente por razones de simplicidad y economía y no lo consideró en los pasos subsiguientes.
Así es que pudo haber llegado a su espacio de presencia plena.
En mi opinión, en ese momento había conocimiento humano disponible acerca de los beneficios que pudiera traer el uso de pedales, poleas y cadenas, pero o no tuvo acceso a él o simplemente por alguna otra razón decidió no adoptarlo. Esto determinó que su invento añadió innovación al transporte humano, pero pudo ser mucho más innovador.
Primero diseñó en papel y luego experimentó probablemente varios prototipos hasta concretar lo que fue su producto final, mostrado en la imagen inserta.
Fue un producto final viable que fue utilizado por varios años, pero que también entró al espacio de co-creación, lo cual determinó que en 1839, el escocés Kirkpatrick Macmillan creara un artefacto, basado en su diseño, pero impulsado por pedales y poleas.
Una cosa adicional que es posible apreciar en el ejemplo escogido es que, por aquellos tiempos, las personas creaban esencialmente en solitario y la comunicación para acceder el conocimiento y a otros era deficiente, por ello había vacíos y la co-creación tardaba años.
En nuestra actual sociedad digital, esas condiciones ya no tienen sentido alguno y por otro lado la necesidad de sostenibilidad y resultados de las organizaciones hace que la Innovación sea una estrategia fundamental que debe ser incorporada adecuadamente.
Cada día surgen más Gerencias de Innovación en las organizaciones, espero que lo escrito sea un aporte importante al momento de definir el proceso de innovación a utilizar en cada una de ellas. Cualquier duda, inquietud o necesidad de asistencia no dude en contactarme.
[1] Perspectiva aportada por la “Ontología del Lenguaje”
[2] Según la “Teoría U”, MIT
[3] Ver “Claves para diseñar el futuro con Innovación”, en mi blog o publicación revista ITNOW | IT CONNECT, Julio 2017
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